sábado, 11 de enero de 2014

Te conocí en la penumbra de la indiferencia, cuando todo parecía tan trivial, gris e insípido. En esos días me he replanteado la idea de que yo meramente existía, que no se ni cuándo ni dónde perdí el rumbo de estar viva, del sentido  que implica el tener y vivir una aventura que muchos quisieran. La gran oportunidad estaba perdiendo sabor y apañando mi existencia en la rutina del vivir y perdiéndome en la confusión de no visualizar el camino.

Siempre me sentí a gusto entre la oscuridad, pero esta se estaba tornando ya en un simple estado de ánimo, en donde me refugiaba para navegar en mi propio mundo, sin darme cuenta se convirtió en la necesidad de escapar del real que ya no me satisfacía. La ciudad del tesoro con todas sus luces y sus sorpresas dejo de importarme e impresionarme. Creí que ya lo había visto todo desde ese día entre los cielos, con su imponente centro que se veía pequeño a esa altura y mi mirada se perdía al horizonte, tratando de descubrir donde se terminaba el arcoíris. Si, dejo de importarme el propósito de aquel viaje, del provecho que podía obtener, comencé a transformarme en un tipo de frustración andante, haciendo un sin fin de  preguntas que no tenían sentido, preocupándome por el futuro que quizá nunca llegaría, dándome excusas del porque insisto el voltear hacia atrás mientras mis pensamientos se vuelven retrogradas al no querer comprender que el cambio está hecho. En lugar de aceptarlo decidí ignorarlo y luchar contra ello porque era mi manera de asimilar que en el fondo estaba muerta del miedo, miedo al cambio, miedo a la soledad, miedo al fracaso.

Sin embargo el cambio no me esperaría, me arrastraba cada vez más a sitios inesperados, pero yo en mi afán de no avanzar me parecía todo tan simple y sin gracia, aun en estos días regresa a mí la sensación de no pertenencia y creer que esto nunca será para mí. No sé si he reaccionado del todo, pero tu presencia me dio un buen golpe diciéndome, despierta. Ya no tienes 16 años y el  tiempo pasa. Vive el ahora, no te aferres, sonríe, aprende, conoce, esfuérzate, deja de preocuparte por lo que no tienes y por lo que no puedes controlar y sobre todo, trabaja.


Palik 

miércoles, 23 de octubre de 2013

Ayer por la tarde me dispuse a salir, pase a la tienda de la esquina, mientras caminaba entre los corredores estrechos mirando por lo que buscaba me sorprendí cantando a todo pulmón “esos anillos con nuestros nombres grabados, ese par de anillos de dos enamorados” y me pregunte de donde rayos conozco esas letras. Hay cosas que sin querer se quedan contigo, como quieras llamarlo, en la impronta de tu cerebro o si prefieres en la añoranza del corazón.  

Palik 

jueves, 4 de abril de 2013


Un día como hoy envié mi último mensaje, en el transcurso de los días previos recordé y experimente lo extraño que son los recuerdos, esos que no vuelven que no olvidas y donde las sensaciones no son las mismas. Explore los lugares y espacios que impregnaron mi crecimiento que me definieron y construyeron un carácter, ese que me brindo una identidad.

Recorrí el camino de una despedida, encontrándome con personas que había olvidado y sentimientos que me abandonaron y que regresan a cerrar el círculo de lo que nunca confesamos. Me encontré con palabras que apaciguaron mis miedos e inseguridades, con actitudes que me sorprendieron y enseguida me llenaron de regocijo. Entonces quise que mi mente se convirtiera en una cámara fotográfica para recoger todos los lugares y detalles que veían mis ojos, me pregunte si en algún momento retornaría a  aquellas tierras que corrían presurosos a convertirse en mi pasado, en cada segundo que pasaba este se integraba por cosas que me negaba a dejar pero que se convertían en algo inevitable. Envolviendo mis recuerdos en pequeñas cosas continúo sin poder imaginar las palabras correctas, desesperadamente hice lo que me quedaba por hacer pero no hubo respuesta, es posible que sea lo mejor para todos. Enseguida todo continúa su rombo, en una tarde de jueves  simplemente me alisto para partir a mi última parada, quizá las lágrimas inundaron mi rostro, los recuerdos mi mente y simplemente no hay más nada que sentir.

La noche transcurre rápidamente, una sorpresa me da la última despedida. En medio de la madrugada la oscuridad es mi último panorama, las pequeñas luces parpadean lejanas mientras me adentro a la ciudad que se queda en el tintero de mis planes. En el último instante, que más podría decir, me dirijo hacia un lugar desconocido, hacia personas desconocidas y sin la menor idea del rumbo que tomare, las palabras sobran, la voz en mi interior promete no olvidar, promete volver, promete encontrar el porqué y que este valga la pena. 


Palik